Solía andar con otros chicos de mi edad, éramos un grupo de 10 amigos bastante unidos, solíamos ser palomillas, pero de los sanos, de los «monses» dirían los que nos conocieron; lo nuestro era hacer música, escuchar música, grabar música, conocer chicas y zamparnos Ron Cartavio como si fuera agua y fumar cigarrillos muy a escondidas, (en esos tiempo mis papas y los papas en general nos hubieran despeluzado si nos pescaban en esas faenas) éramos un grupo como muchos otros, nada hubiera sido diferente en nosotros si otros chicos y chicas menores no se hubieran deslumbrado exageradamente de nuestras cualidades musicales. No recuerdo exactamente como terminamos tocando y cantando MEDIA (a lo mejor fue solo una estrofa o menos) canción de Dire Straits, frente a un grupo de gente; debe haber sido después de un ensayo de la orquestina del colegio que nos apoderamos de las guitarras eléctricas y la batería y empezamos a tocar, la brevedad del concierto se debió a que el siempre odioso y aguafiestas del director, regreso CORRIENDO y ante la imposibilidad de callarnos, nos desenchufo. Es que en ese colegio, en esa orquestina en esos años la vedette tenía cara de director.
En fin, ese fue el salto al estrellado, la travesura se convirtió en hazaña y los traviesos en roqueros rebeldes, los curiosos testigos en fans. Y yo? yo termine expulsado de la orquestina. Invitado al retiro seria lo mas exacto.
A raíz de eso, tres chicos mas pequeños, literalmente, se nos pegaron; no había sitio al que íbamos al que no nos siguieran, eran recontra palomillas para su edad y nos cayeron bien, compartimos las travesuras, como si de hermanos pequeños se trataran y hasta donde se podía eran parte de nuestro grupo.
Pero uno de ellos, muy en silencio y para mis adentros mas privados me daba literalmente miedo, era un rapaz de 13 o 14 años que era infinitamente inmaduro, travieso, irresponsable, irreflexivo, irrespetuoso y temerario; todo eso envuelto en un chiquillo de pelo rubio, ojos claros, cara de «yonofui» y bastante dinero; hacían de ese rapaz un serio problema.
Y efectivamente así fue, mientras algunos de nosotros tratábamos de escaparnos para ir a una fiesta, el se robaba el carro a su papa para la fiesta, mientras algunos tratábamos de escamotear centavos para completar para la entrada al concierto, el compraba de su pensión del colegio para ir al concierto. Mientras los mas grandes tratábamos de obtener una cita al cine con alguna chica, el pequeño diablo trataba de embriagarlas antes del cine, nosotros tomábamos ron, el sacaba wisky de su padre, fumábamos premier, el aparecía con puros de su abuelo.
Al final el grupo se partió entre los que pensábamos que este tipo era un lió en potencia y los que pensaban sus travesuras eran un mate de risa y que de travesura en travesura algo podían ganar. No recuerdo mucho de todas las hazañas que se le atribuyeron; son a final de cuentas solo detalles. Algunos de los chicos del grupo salían con el de vez en cuando; yo simplemente cambie de canal, ni lo vi, ni lo busque y mi partida a estudiar a la universidad me separo totalmente de la gente.
Pasaron años añisimos y cuando yo ya me encontraba trabajando mis primeros años de ingeniero, me sorprendió encontrarlo a la hora de la cena, viviendo en el mismo pensionado en el que yo vivía, obviamente ya no era un rapaz, y no se si la palabra es crecido o potenciado, estaba echo un hombre eso si, era un tipo de conversación agradable, había viajado bastante por la sierra y la selva, tenia anécdotas a montón y según sus propias palabras quería terminar rápido de estudiar e independizarse.
En esas épocas yo vivía en ese pensionado con mis hermanos y un amigo muy querido y otros 30 canallas más. A ellos les toco conocerlo y gozar a un tipo entretenido, conversador, generoso a su manera y desprendido a su modo, peligroso por lo «espontáneo» e irreflexivo. Son clásicos la Biblia extremadamente delgada que guardaba entre sus cosas y su forma de entender los fines de semana como una sucesión de 5 días.
A todos nos sonaban las alarmas cuando el se acercaba, pero era parte de esa etapa de nuestras vidas, mi amigo el agente lo sufrió y lo gozo mas que nosotros en esa época creo que fue por que yo de inmediato levante mis paredes o seria por que el agente no le tiene miedo a nada pues, no sé.
De el quedan en mi memoria dos momentos, el primero:
A la hora de la cena, casi recién llegado y con cara de preocupado aparece con su charola en la mano y dice ¿Quien conoce a Safrun?
(todos medios preocupados también) ¿que Safrun?
El hermano de frifrifrun y su risa de frankestien, larga, fuerte y sonsa
Ese «chiste» tan sonso le valió ser Safrun de ahí en adelante.
Y el segundo, luego de despertar de una súper resaca:
Oe, que feo sueño he tenido, soñé que me decías que la plata que me he chupao este «fin de semana» no era mía, sino que era de tu pensión!!??
– Ningún sueño wueon, eso te estoy diciendo hace rato!! –
«Nooo, no me digas eso, que fea versiooón, me cagas wueonnn»
Esa frase es su firma.
Después de ese episodio Safrun salio a tropezones y a empujones de nuestras vidas, para no aparecer hasta varios años después, 3 o 4 años atrás lo encontré, caminando rumbo a su casa a la hora de almuerzo, lucia una barba bien cuidada y una panza inusual, me contó que tenia una hija, que trabajaba para la municipalidad y que estaba trabajando en varios proyectos importantes, era arquitecto; quedamos en encontrarnos en la noche para unos tragos, pero instintiva y convenientemente me olvide.
El sábado me dijeron que Safrún murió, y me sentí mal, triste también claro, pero me sentí mal y no se explicar por que, estuve pensando, tratando de entender por que me sienta tan mal de que te hayas muerto a los 35 años y no encuentro la razón. Quise escribir sobre ti y decir cosas buenas y bonitas de esas que se dicen cuando la gente se va, pero no encuentro, es que tu no hacías cosas buenas y bonitas, hacías cosas que o ponían la piel de gallina, o te hacían cagar de risa; eras ocurrente y cuando estabas en el suelo eras una charla y una compañía interesante, no se si te conocí poco o no te conocí del todo, en todo caso Safrun el mundo será un sitio menos interesante sin ti.
Ojala que del otro lado podamos tomarnos unos tragos, si no te han sacado del local por faltoso.
Chau Safrún
En ese afán de descargas películas me encontraba y mientras estrujaba el cerebro pensando que podía bajar, recordé la historia que de pequeño mi mamá me contó sobre el ratón Perez, en realidad nunca supe el cuento completo ni de donde vino ni adonde fue; cuando mamá solía decirme algo era cierto y con c de «caso cerrado» nunca lo cuestionaba ni lo repensaba, simplemente me dejaba llevar por mi imaginación y le creía.
Así fue que cuando cumplí 6 o 7 años y tras un largo tiempo de salud delicada, me llego la época de conocer al ratón Pérez, el ratón que venia a cosechar tus dientes de leche recién caídos de debajo de la almohada y a cambio dejaba unas monedas, solo que a mi Perez no me dejaba los centavos de sol que al resto, a mi, Pérez me dejaba unas 5 o 6 monedas de chocolate envueltas en papel brillante dorado; era totalmente mágico despertar al día siguiente y encontrar tantas monedas; hasta me hacia pasar la vergüenza de tener mis encías desnudas.
Y ahora después de milhoras de dientes cuando las encías amenazan con despoblarse gracias a las ineptitudes de algún odontólogo que de salud goce, recuerdo con mucho cariño esos doblones de chocolate, por que imagino a Papa y a Mama entrando de puntitas a mi habitación y cambiando mi diente por chocolates, casi puedo verlos cómplices en su travesura, y compañeros en su exitosa misión de hacer mi niñez feliz.
y bueno, después de taaantos años sin saber la historia completa de tan conocido roedor, decidí realizar una búsqueda en Internet sobre el ratón y su historia, y cual seria mi sorpresa al enterarme de que el Ratón Pérez vivía en Madrid, (me lo perdí!), En una casa a 100 metros del Palacio Real, o al menos es lo que el cuento dice, pero no todo eso es cuento, en la dirección que el autor de la historia, dio como la del Ratón Perez, en el almacén de la confitería Prast, en el ocho de la calle del Arenal y dentro de una caja de galletas vivía el Ratón, y para mayor sorpresa me enteré que en el 2003 el ayuntamiento de Madrid coloco una placa señalando el lugar y recordando al personaje , y dentro de la misma casa, en el patio del solar, existe una estatua del mismísimo Pérez tal y como lo describió el jesuita que creo la historia, al final, no encontré la historia completa; pero ni falta que me hace, solo sé que la próxima vez que este por Madrid le haré una visita a esa casa; solo por si acaso alguna vez se me llega a olvidar que la felicidad de un niño puede estar debajo de su almohada y en una historia muy sencilla; y la de un hombre empieza con sus recuerdos de esa infancia.