Soy un fucking quicuyo!! soy como los chistes de Jaimito!!, soy la H1-N1 en Bolivia!! soy Rambo en una guerra de paint ball!! … soy simplemente un sobreviviente!!!
No, no es que empiece este post con el ego en ebullición; eso no, lo anterior no es mas que mi mantra particular que repito sin roche y a escondidas, cada vez que laboralmente el suelo empieza a simbrarse y crear ondulaciones amenazantes.
Verán, hace tiempo que trabajo (si hacer lo que hago y disfruto haciendo puede ser considerado un trabajo), en un área dedicada a generar, mantener y publicar sitios y negocios en Internet, un área de una empresa digamos «medio» grande. y aunque sobre mi chamba he aprendido muchisimo (sobre todo por que siempre he tenido la suerte de trabajar con gente que sabia bastante y que además tenia la grandeza de compartir sus conocimientos conmigo, cosa que aprendí y trato de siempre hacer) no considero ser un guru, ni mucho menos un experto (por eso siempre me abstengo de hablar sobre un tema en el que TODOS creen saber mucho).
El asunto es que cada cierto tiempo, dos o tres años, máximo. la empresa cual rinoceronte se da cuenta que tiene un pajarito en la nariz que es el área web, y se sacude vigorosamente; resultado de lo cual la mayoría de mis eventuales compañeros de trabajo, salen literalmente volando; con el consabido dolor de corazón, para los que quedamos. Lo curioso es que ese proceso se repite desde hace 15 años periódicamente, y durante esos 15 años he sido testigo de todos los remesones, esto ha tenido dos efecto en mi, en primer lugar me dejado en la orfandad absoluta de amigos, compañeros y jefes mas de una vez , Segundo empiezo a sentirme como el veterano sargento de la películas de guerra que sobrevive por que ya le perdió el miedo a no hacerlo, y en realidad ya pase bastante tiempo en las trincheras de la incertidumbre pensando y dudando entre esperar que «me dejen ir» o renunciar y planeando miles de escenarios alternativos.
Total, amanece todos los días, y seguro así será aun cuando yo este trabajando en mi casa o en otra casa.
En fin, en el final de esta era de paz y tranquilidad e inicio de la ultima era glacial-laboral, que ya no es una amenaza si no que es una realidad, parece que no habrá tantas bajas como antes, pero nunca se sabe, en realidad nunca se sabe, la gente no sale por ser mala en su trabajo, ni por cobrar mucho ni por haber metido la pata. simplemente salen.
Si la suerte está conmigo seguiré siendo el único testigo que quede para contarla, si no también la contare pero sentado en alguna otra butaca; hace unos días uno de mis compañeros, me dijo entre risas que debería editar un manual del sobreviviente corporativo.
Si no me congelo cual Mastodonte en pradera, en esta nueva era glacial, prometo que lo pensare. 🙂
*quicuyo= hierba mala que crece en la sierra, para eliminarla se suele hechar querosene a las raíces y prenderle fuego… generalmente retoña.
**imagen= Sargento Roebuck, un gran amigo de mis épocas de Call of Duty, prestado de http://callofduty.wikia.com/wiki/Roebuck
Hace años, quizás un par de años antes de salir del colegio; todo mi interés, aparte de las chicas, era hacer música, cantar y tocar la guitarra y en secreto me alucinaba Santana, Morrison o en tardes modestas Alex Lora, (ya quechá).

Solía andar con otros chicos de mi edad, éramos un grupo de 10 amigos bastante unidos, solíamos ser palomillas, pero de los sanos, de los «monses» dirían los que nos conocieron; lo nuestro era hacer música, escuchar música, grabar música, conocer chicas y zamparnos Ron Cartavio como si fuera agua y fumar cigarrillos muy a escondidas, (en esos tiempo mis papas y los papas en general nos hubieran despeluzado si nos pescaban en esas faenas) éramos un grupo como muchos otros, nada hubiera sido diferente en nosotros si otros chicos y chicas menores no se hubieran deslumbrado exageradamente de nuestras cualidades musicales. No recuerdo exactamente como terminamos tocando y cantando MEDIA (a lo mejor fue solo una estrofa o menos) canción de Dire Straits, frente a un grupo de gente; debe haber sido después de un ensayo de la orquestina del colegio que nos apoderamos de las guitarras eléctricas y la batería y empezamos a tocar, la brevedad del concierto se debió a que el siempre odioso y aguafiestas del director, regreso CORRIENDO y ante la imposibilidad de callarnos, nos desenchufo. Es que en ese colegio, en esa orquestina en esos años la vedette tenía cara de director.

En fin, ese fue el salto al estrellado, la travesura se convirtió en hazaña y los traviesos en roqueros rebeldes, los curiosos testigos en fans. Y yo? yo termine expulsado de la orquestina. Invitado al retiro seria lo mas exacto.

A raíz de eso, tres chicos mas pequeños, literalmente, se nos pegaron; no había sitio al que íbamos al que no nos siguieran, eran recontra palomillas para su edad y nos cayeron bien, compartimos las travesuras, como si de hermanos pequeños se trataran y hasta donde se podía eran parte de nuestro grupo.

Pero uno de ellos, muy en silencio y para mis adentros mas privados me daba literalmente miedo, era un rapaz de 13 o 14 años que era infinitamente inmaduro, travieso, irresponsable, irreflexivo, irrespetuoso y temerario; todo eso envuelto en un chiquillo de pelo rubio, ojos claros, cara de «yonofui» y bastante dinero; hacían de ese rapaz un serio problema.

Y efectivamente así fue, mientras algunos de nosotros tratábamos de escaparnos para ir a una fiesta, el se robaba el carro a su papa para la fiesta, mientras algunos tratábamos de escamotear centavos para completar para la entrada al concierto, el compraba de su pensión del colegio para ir al concierto. Mientras los mas grandes tratábamos de obtener una cita al cine con alguna chica, el pequeño diablo trataba de embriagarlas antes del cine, nosotros tomábamos ron, el sacaba wisky de su padre, fumábamos premier, el aparecía con puros de su abuelo.

Al final el grupo se partió entre los que pensábamos que este tipo era un lió en potencia y los que pensaban sus travesuras eran un mate de risa y que de travesura en travesura algo podían ganar. No recuerdo mucho de todas las hazañas que se le atribuyeron; son a final de cuentas solo detalles. Algunos de los chicos del grupo salían con el de vez en cuando; yo simplemente cambie de canal, ni lo vi, ni lo busque y mi partida a estudiar a la universidad me separo totalmente de la gente.

Pasaron años añisimos y cuando yo ya me encontraba trabajando mis primeros años de ingeniero, me sorprendió encontrarlo a la hora de la cena, viviendo en el mismo pensionado en el que yo vivía, obviamente ya no era un rapaz, y no se si la palabra es crecido o potenciado, estaba echo un hombre eso si, era un tipo de conversación agradable, había viajado bastante por la sierra y la selva, tenia anécdotas a montón y según sus propias palabras quería terminar rápido de estudiar e independizarse.

En esas épocas yo vivía en ese pensionado con mis hermanos y un amigo muy querido y otros 30 canallas más. A ellos les toco conocerlo y gozar a un tipo entretenido, conversador, generoso a su manera y desprendido a su modo, peligroso por lo «espontáneo» e irreflexivo. Son clásicos la Biblia extremadamente delgada que guardaba entre sus cosas y su forma de entender los fines de semana como una sucesión de 5 días.

A todos nos sonaban las alarmas cuando el se acercaba, pero era parte de esa etapa de nuestras vidas, mi amigo el agente lo sufrió y lo gozo mas que nosotros en esa época creo que fue por que yo de inmediato levante mis paredes o seria por que el agente no le tiene miedo a nada pues, no sé.

De el quedan en mi memoria dos momentos, el primero:
A la hora de la cena, casi recién llegado y con cara de preocupado aparece con su charola en la mano y dice ¿Quien conoce a Safrun?
(todos medios preocupados también) ¿que Safrun?
El hermano de frifrifrun y su risa de frankestien, larga, fuerte y sonsa

Ese «chiste» tan sonso le valió ser Safrun de ahí en adelante.

Y el segundo, luego de despertar de una súper resaca:
Oe, que feo sueño he tenido, soñé que me decías que la plata que me he chupao este «fin de semana» no era mía, sino que era de tu pensión!!??
– Ningún sueño wueon, eso te estoy diciendo hace rato!! –
«Nooo, no me digas eso, que fea versiooón, me cagas wueonnn»

Esa frase es su firma.

Después de ese episodio Safrun salio a tropezones y a empujones de nuestras vidas, para no aparecer hasta varios años después, 3 o 4 años atrás lo encontré, caminando rumbo a su casa a la hora de almuerzo, lucia una barba bien cuidada y una panza inusual, me contó que tenia una hija, que trabajaba para la municipalidad y que estaba trabajando en varios proyectos importantes, era arquitecto; quedamos en encontrarnos en la noche para unos tragos, pero instintiva y convenientemente me olvide.

El sábado me dijeron que Safrún murió, y me sentí mal, triste también claro, pero me sentí mal y no se explicar por que, estuve pensando, tratando de entender por que me sienta tan mal de que te hayas muerto a los 35 años y no encuentro la razón. Quise escribir sobre ti y decir cosas buenas y bonitas de esas que se dicen cuando la gente se va, pero no encuentro, es que tu no hacías cosas buenas y bonitas, hacías cosas que o ponían la piel de gallina, o te hacían cagar de risa; eras ocurrente y cuando estabas en el suelo eras una charla y una compañía interesante, no se si te conocí poco o no te conocí del todo, en todo caso Safrun el mundo será un sitio menos interesante sin ti.

Ojala que del otro lado podamos tomarnos unos tragos, si no te han sacado del local por faltoso.

Chau Safrún

Mi afición por el emule, afición que gratamente dejo en mi familia el hada de las pipas, a veces me convierte en un arqueólogo digital, otras en un loco buscador de chucherías escondidas en los directorios de otros igual de locos que yo. y el común de las veces en un cine filo des actualizado tratando de ponerme al día de tantas películas que me perdí o de las que oí hablar y considere que no valían 15 soles el verlas.

En ese afán de descargas películas me encontraba y mientras estrujaba el cerebro pensando que podía bajar, recordé la historia que de pequeño mi mamá me contó sobre el ratón Perez, en realidad nunca supe el cuento completo ni de donde vino ni adonde fue; cuando mamá solía decirme algo era cierto y con c de «caso cerrado» nunca lo cuestionaba ni lo repensaba, simplemente me dejaba llevar por mi imaginación y le creía.

Así fue que cuando cumplí 6 o 7 años y tras un largo tiempo de salud delicada, me llego la época de conocer al ratón Pérez, el ratón que venia a cosechar tus dientes de leche recién caídos de debajo de la almohada y a cambio dejaba unas monedas, solo que a mi Perez no me dejaba los centavos de sol que al resto, a mi, Pérez me dejaba unas 5 o 6 monedas de chocolate envueltas en papel brillante dorado; era totalmente mágico despertar al día siguiente y encontrar tantas monedas; hasta me hacia pasar la vergüenza de tener mis encías desnudas.

Y ahora después de milhoras de dientes cuando las encías amenazan con despoblarse gracias a las ineptitudes de algún odontólogo que de salud goce, recuerdo con mucho cariño esos doblones de chocolate, por que imagino a Papa y a Mama entrando de puntitas a mi habitación y cambiando mi diente por chocolates, casi puedo verlos cómplices en su travesura, y compañeros en su exitosa misión de hacer mi niñez feliz.  

 Tanto tiempo sin recordarlo y gracias a la película Argentino-Española «Pérez, el ratoncito de tus sueños» me vino una avalancha de recuerdos y emociones.

y bueno, después de taaantos años sin saber la historia completa de tan conocido roedor, decidí realizar una búsqueda en Internet sobre el ratón y su historia, y cual seria mi sorpresa al enterarme de que el Ratón Pérez vivía en Madrid, (me lo perdí!), En una casa a 100 metros del Palacio Real, o al menos es lo que el cuento dice, pero no todo eso es cuento, en la dirección que el autor de la historia, dio como la del Ratón Perez, en el almacén de la confitería Prast, en el ocho de la calle del Arenal y dentro de una caja de galletas vivía el Ratón, y para mayor sorpresa me enteré que en el 2003 el ayuntamiento de Madrid coloco una placa señalando el lugar y recordando al personaje , y dentro de la misma casa, en el patio del solar, existe una estatua del mismísimo Pérez tal y como lo describió el jesuita que creo la historia, al final, no encontré la historia completa; pero ni falta que me hace, solo sé que la próxima vez que este por Madrid le haré una visita a esa casa; solo por si acaso alguna vez se me llega a olvidar que la felicidad de un niño puede estar debajo de su almohada y en una historia muy sencilla; y la de un hombre empieza con sus recuerdos de esa infancia.

* algo del ratón en el Pais