Han notado como a veces sabemos el final de una situación y a veces tercos, confiados o tontos seguimos por el camino que sabemos con certeza que no terminara bien.
Pasan los 30 minutos saco plata del cajero, sintiéndome como un idiota, ella llega, ojos rojos e inchados, avergonzada, quiere dejarme una añillo en garantía (no soy experto pero ese anillo si sale de su mano pierde su condición de anillo y se convierte en cualquier huevada, mismo alquimista! de eso estoy seguro), le digo que no hace falta, una rápida mirada incrédula, me hace sentir muy mal, la pobre esta bien acabada, debe ser 6 años menor que yo y tiene mas arrugas que un billete de 10 soles, al verla me entra un escalofrío de que tal vez estoy haciendo lo correcto, le doy la plata, me jura que la próxima semana me la devuelve, nos despedimos.
pasan los días, me voy de vacaciones, me olvido del rollo, le echo tierra a la plata, total como diría mi abuela, siempre sale barato ayudar a la gente. Además pienso en una de esas la chica esta mal de verdad y no puede pagarme, me olvido y punto. Han pasado 3 meses, y a ella se la trago la tierra, y hoy volviendo de almorzar me encontré con su ex pareja, nos saludamos y le pregunto por su hija (pensando en lo HDP que es para portarse asi con la niña; como que me diga alguna idiotez le meto un combo!), el me dice que bien que acaba de volver de Trujillo donde la llevo por el verano, estuvieron 3 meses la bebe sus abuelos el y su nueva esposa (???); y su mama? le pregunto, ahí chambeando donde siempre, ¿como donde siempre? si me dijo que la habían despedido (la vocesita, empieza a joder… te lo dije cojudo, te lo dije) le cuento la historia y me dice riéndose, este huevon!!, el cumpleaños de mi hija es en noviembre, ella esta trabajando en el mismo sitio hace aaaños y si no te pones a «hacerle la guardia» no recuperas ni un cobre.
Me despido de ABC, quedo convencido de que es su culpa por haber tenido una hija con la hermana del diablo.
la proxima vez que alguien me llame a contarme historias, se ira a la mierda, me prometo solemnemente.
Les cuento 2; tuco y tica son amigos mios de años, los tres trabajamos en el mismo sitio hace añisisisismos tuco y tica son esposos, pero pelean como luchadores de la WWF, y de vez en cuando tica o tuco me llaman para contarme sus penas yo hago lo que cualquiera haría, escucho, digo 4 cosas obvias y saco las patas del asunto, algo que mi viejo siempre me decía, nunca te metas en pelea de esposos, ni en paliza de padre. !jamas lo hago!.
Una tarde tica pasa y me ve conversando con tuco, el no la ve y yo le levanto una mano a lo lejos como quien la saluda, tuco votea y mirándome dice, no le hagas caso a esa loca, ya no se que hacer con esa mujer creo que me voy a largar, y yo otra vez el cassette de buen pata, bla bla bla, tomalo con calma, no hagas nada renegando, ya pasara, chausito, chausito.
una semana después, tica me llama para gritarme que por mi culpa tuco se había ido y la había dejado, que YO era una basura, que seguro YO tenia algo que ver en todos los problemas que han tenido; que con que derecho le digo nada a su marido, etc, etc.
Vayanse al cuerno! que cosa habrá entendido el tonto este para decir que yo le había aconsejado de esa manera, vaya uno a saber si ella dedujo que como yo converse con su marido yo soy el responsable de lo que el calzonudo decidió hacer; en fin no hay forma; cuando va llover, llueve estés listo o no.
yo tendría que andar con paraguas siempre, después de estos dos sapos y algunas otras ranas que ya me tuve que tragar, solo por estar ahí o por ser yo.
😛
*** Imagen prestada de: http://sportssanpi.wordpress.com/
En ese afán de descargas películas me encontraba y mientras estrujaba el cerebro pensando que podía bajar, recordé la historia que de pequeño mi mamá me contó sobre el ratón Perez, en realidad nunca supe el cuento completo ni de donde vino ni adonde fue; cuando mamá solía decirme algo era cierto y con c de «caso cerrado» nunca lo cuestionaba ni lo repensaba, simplemente me dejaba llevar por mi imaginación y le creía.
Así fue que cuando cumplí 6 o 7 años y tras un largo tiempo de salud delicada, me llego la época de conocer al ratón Pérez, el ratón que venia a cosechar tus dientes de leche recién caídos de debajo de la almohada y a cambio dejaba unas monedas, solo que a mi Perez no me dejaba los centavos de sol que al resto, a mi, Pérez me dejaba unas 5 o 6 monedas de chocolate envueltas en papel brillante dorado; era totalmente mágico despertar al día siguiente y encontrar tantas monedas; hasta me hacia pasar la vergüenza de tener mis encías desnudas.
Y ahora después de milhoras de dientes cuando las encías amenazan con despoblarse gracias a las ineptitudes de algún odontólogo que de salud goce, recuerdo con mucho cariño esos doblones de chocolate, por que imagino a Papa y a Mama entrando de puntitas a mi habitación y cambiando mi diente por chocolates, casi puedo verlos cómplices en su travesura, y compañeros en su exitosa misión de hacer mi niñez feliz.
y bueno, después de taaantos años sin saber la historia completa de tan conocido roedor, decidí realizar una búsqueda en Internet sobre el ratón y su historia, y cual seria mi sorpresa al enterarme de que el Ratón Pérez vivía en Madrid, (me lo perdí!), En una casa a 100 metros del Palacio Real, o al menos es lo que el cuento dice, pero no todo eso es cuento, en la dirección que el autor de la historia, dio como la del Ratón Perez, en el almacén de la confitería Prast, en el ocho de la calle del Arenal y dentro de una caja de galletas vivía el Ratón, y para mayor sorpresa me enteré que en el 2003 el ayuntamiento de Madrid coloco una placa señalando el lugar y recordando al personaje , y dentro de la misma casa, en el patio del solar, existe una estatua del mismísimo Pérez tal y como lo describió el jesuita que creo la historia, al final, no encontré la historia completa; pero ni falta que me hace, solo sé que la próxima vez que este por Madrid le haré una visita a esa casa; solo por si acaso alguna vez se me llega a olvidar que la felicidad de un niño puede estar debajo de su almohada y en una historia muy sencilla; y la de un hombre empieza con sus recuerdos de esa infancia.