En una de las milhoras de navegación, mas que navegación, vagabundeo por la red; siguiendo el vaivén de los clicks que me llevan de un sitio a otro de un país a otro mas lejano, me encontré este pequeño articulo en un diario español, me pareció curioso y me hizo recordar a alguna gente que que por ahi conozco que seguramente tendría un cerro de desmonte en la pancita. leeanlo y alegrense de no vivir en el siglo de «oro» y que no inchen con eso de que el barro venia de portugal, seguramente eso les decian pero bien que se zapaban el barrito de a la vuelta.

En el Siglo de Oro las mujeres comían barro como anticonceptivo
Busque el cuadro de Las Meninas, de Velázquez. Verá cómo la dama María Angustia Sarmiento ofrece a la infanta Margarita un búcaro de barro de agua fría. No es casualidad.
En el Siglo de Oro español, la bucarofagia (comer barro) era una curiosa costumbre. El doctor Antonio Castillo-Ojugas, que participa en Sevilla en el X Congreso Nacional de la Reales Academias de Medicina del país, explica a 20 minutos el porqué de este hábito.
¿Por qué comían barro?
Para tener la piel blanca, aunque a veces les salía mal el invento y las mujeres se ponían amarillas. Y para producir la opilación.
¿Qué significa?
Una obstrucción intestinal que provocaba la pérdida de la regla; es decir, comían barro como anticonceptivo.
¡Qué curioso!
Claro, los doctores espirituales y confesores estaban en contra de esta costumbre.
Entonces, ¿cómo decían?
Estoy opilada, pero, en realidad, estaban embarazadas.
Ponga ejemplos reales.
La infanta Margarita comía barro porque sufría una regla muy abundante y esto le hacía sangrar menos.
¿Sabe de otra?
La primera mujer de Carlos III, M.ª Luisa de Orleans, lo comía para alargar sus reglas, mantener el contenido seminal de su marido…
Pero ¿cuánto consumían?
Una jarrita al día.
El mejor barro era…
… el barro de Extremos, en Portugal, que era muy vaporoso, y aún mejor el de Chihuahua (México), que era más fino y más fácil de masticar.
¿Quién ha escrito de esto?
Muchos clásicos, como Quevedo, Lope de Vega, Hurtado o Zabaleta.

****fuente diario 20minutos.es

En este mi segundo minuto, quisiera contarles una fábula, no tengo la ambición de ser un Esopo ni mucho menos, pero les dejo esta; saben que lo bueno y malo de una fábula es que en general cuando terminas de leerla puedes aplicarla a casi cualquiera y ninguna situación de tu vida o de la vida de cualquiera?.
bueno léanla ya después sonrieran como yo al ver cuantas veces podemos ser una vela y cuantas otras una polilla.

En una habitación oscura, sobre una mesa en el rincón, se encontraba una vela encendida, danzando tímida y temerosa ante la peligrosa brisa que entre las cortinas se filtraba.
Desde el techo una polilla cautivada con el brillo, la danza y el calor; fijaba sus muchos ojos en la vela y su pequeña y bailarina llama, hipnotizado por su brillo y su extraña belleza la polilla olvido su insaciable apetito y su innata cautela y rauda se precipito sobre la vela, la vio tan frágil tan pequeña, tan cálida tan alegre que en remolino concéntrico y con los ojos fijos en ella se fue acercando mas y mas, en cada pasada la veía mas brillante mas cálida mas acogedora y se acercaba mas y mas, sin dejar de mirarla fijamente; sintiendo que si la belleza existía ella la había encontrado en aquella vela candorosa, que si el amor tiene forma debía ser aquello que estaba contemplando.

Y así estaba la polilla hundida en sus sensaciones que sin apenas notarlo y en un segundo nada mas estaba camino al suelo con las alas, antenas y patas chamuscadas; ni siquiera sintió dolor, para cuando reparo de su situación, aleteaba penosamente en el suelo de la oscura habitación, a la espera de un pisotón piadoso, y mientras trataba de fijar sus ojos nuevamente en la vela se preguntaba con sincero dolor ¿Por que a mi?